miércoles, 30 de mayo de 2007

Aplicar el conocimiento
José Antonio Hernández Guerrero

Ahora, que parece que ya los sindicatos y la empresa han llegado a acuerdos razonables y que, de forma inminente, ya no peligran los puestos de trabajo, es el momento adecuado para que, con serenidad y urgencia, con realismo e imaginación, se inicie el proceso de reconversión industrial, empresarial, laboral, político y cultural de la Bahía, partiendo de nuevos principios y aplicando criterios más ajustados a la realidad económica y a los cambios sociales que hemos experimentado.
A pesar de que, gracias a las presiones y a la cesiones, se han serenado los ánimos, hemos de ser conscientes de que el problema no se ha resuelto de forma definitiva, y hemos de reconocer que, si los contratos para construir nuevos barcos siguen sin llegar en la cantidad suficiente, será imposible mantener en pleno funcionamiento los tres astilleros: es una ingenua utopía pensar que, tras el acuerdo, se recuperará el esplendor del pasado.
En nuestra opinión, la solución a la que se ha llegado es buena, pero es precaria y provisional.
Es ahora cuando, sin verse empujados por las manifestaciones ni por los cortes de las carreteras y de las vías del ferrocarril, los políticos con visión de futuro, los empresarios dinámicos y los sindicatos responsables han de aportar ideas nuevas y proponer soluciones alternativas.
Hemos de empezar a pensar en las posibilidades inéditas de este rincón tan histórico, tan estratégico y tan atractivo. No se trata de desmantelar, sino, por el contrario, de crear y de instalar nuevos centros trabajo. El futuro de la Bahía y, dentro de ella, el porvenir del sector naval requieren un debate serio y riguroso que aporte soluciones a los problemas endémicos de esta zona.
Es el momento para formar grupos de trabajo que definan las tendencias de futuro apoyándose en la base de los estudios de especialistas cualificados que, sin duda alguna, abundan en esta zona. Ellos pueden proporcionar unos instrumentos válidos para la toma de decisiones políticas, económicas y sociales facilitando información contrastada sobre los desarrollos tecnológicos más probables o más deseables.
Necesitamos la ayuda de expertos que, dotados de suficiente ideas sobre el futuro de la ciencia, de la tecnología, de la economía, de la cultura y de la sociedad, ayuden a identificar las soluciones emergentes que, probablemente, produzcan mayores beneficios económicos, sociales y culturales.
No podemos perder de vista que los modelos de las sociedades rurales e industriales en los que los factores tradicionales de producción eran la tierra, el hierro, la piedra, el trabajo manual y el capital, están cediendo sus lugares a un tipo nuevo de producción en el que el principal recurso económico será el conocimiento y el desarrollo de la inteligencia. Creemos que, sin menospreciar el papel que en las últimas décadas ha jugado la lucha obrera como factor determinante de los conflictos económicos, sociales y políticos, e, incluso, la influencia que ha ejercido en intelectuales distanciados de las fábricas, éste es el momento propicio para que, desde la Universidad se aporten los “conocimientos” que ofrezcan nuevos valores a los productos y a los servicios que presten las empresas de nueva creación.
Opinamos que, con esta aportación del conocimiento actualizado, oportuno, confiable y completo, estas nuevas empresas alcanzarían una mayor capacidad de respuesta a las nuevas demandas, podrían aplicar las últimas tecnologías y, consecuentemente, serían más competitivas. Creemos que las palabras con las que el historiador Eric J. Hobsbawm termina su Historia del siglo XX son aplicables a nuestra situación: “…si la humanidad ha de tener futuro, no será prolongando el pasado o el presente. Si intentamos construir el tercer milenio sobre estas bases, fracasaremos”.

No hay comentarios: